My Cowboy- Capítulo 10



-Vuelve a meterte en la cama.

Donghae dio un pequeño brinco al oír la voz de Hyukjae en la puerta del dormitorio. Lo creía fuera, revisando los daños que la tormenta había causado el día anterior.

-Es que estoy muy solo aquí -le contestó sonriendo.

Hyukjae sonrió antes de volver a fruncir el ceño.

-Me prometiste que te quedarías todo el día en la cama.

Donghae le rodeó el cuello con los brazos.

-Porque pensé que te ibas a quedar conmigo.

-Ahora estoy aquí -dijo, besándole en los labios.

Donghae tenía la sensación de no poder saciarse de él. La noche anterior se habían quedado dormidos tarde, el uno en los brazos del otro, con la tormenta aún afuera. Al despertarse por la mañana, el cielo, estaba claro y el olor a lluvia impregnaba el aire.

A regañadientes, se separó de él.

-He estado inquieto toda la mañana imaginándote aquí arriba metido en la cama y desnudo.

Hyukjae intentó volver a besarlo, pero él lo evitó y se sentó en el borde de la cama para colocarse una bota.

-Tengo que ver por mí mismo lo que ha sufrido el rancho.

Hyukjae se quedó en silencio un instante.

-Ya no tienes que preocuparte por el agujero del granero.

-¿Qué quieres decir con que ya no tengo que preocuparme? ¿Después de una tormenta como esa? Tiene que haber sufrido daños sin más remedio.

Hyukjae se sentó junto a él.

-Ya no tienes que preocuparte porque el granero ya no tiene techo.

Donghae quedó paralizado con la bota en la mano. ¿Qué estaba diciendo? Debía estar de broma; pero al ver la expresión seria de sus ojos, supo que estaba hablando en serio. Cerró los ojos e inspiró aire profundamente.

-¿Qué... qué ha pasado?

Hyukjae le tomó la mano.

-El tornado se lo arrancó. Las paredes y lo de dentro está intacto.

Donghae apoyó la cabeza sobre su hombro y suspiró.

-¿Qué más?

-Eso es todo. No hay más daños.

La camioneta y el techo del granero. ¿Cómo iba a reemplazarlos? El rancho llegaba justo a final de mes, y ahora esto. Y lo peor de todo es que tenía el dinero, pero no podía utilizarlo porque Shingho se lo impedía. Maldito fuera su excuñado y el control que tenía sobre él, y maldito fuese Kibum por dárselo.

De pronto se incorporó.

-Lo sabías desde ayer, ¿verdad?

-Sí, pero...

De un tirón se soltó de su mano y se puso de pie.

-¿Y por qué no me lo has dicho antes?

Su expresión se endureció.

-Donghae, acababas de sufrir un trauma fuerte y necesitabas descansar. Y además, ¿qué podrías haber hecho?

-Lo que pudiera hacer no es la cuestión. Tenía derecho a saberlo.

Intentó ponerse la otra bota de pie, pero estuvo a punto de caer al suelo por un mareo.

Hyukjae lo sujetó a tiempo.

-Es exactamente lo mismo que pienso yo. Estás tan débil como un recién nacido. No tienes por qué levantarte de la cama.

-Mi rancho es lo que me obliga a levantarme de la cama -le contestó, y se llevó una mano a la sien esperando que pasara el mareo-. Todo lo que ocurre aquí me importa, y que esté un poco maltratado y un poco cansado no quiere decir que esté desvalido o indefenso.

Hyukjae apretó los dientes.

-Nadie ha dicho eso.

-¿Ah, no? Entonces, ¿por qué no me lo dijiste ayer?

- No quería que te preocuparas más de lo que ya lo estabas. Creía que estaba haciendo lo correcto.

Aquello era ya demasiado. Después de haberse pasado meses luchando por mantener el rancho, luchando por conseguir el dinero... Donghae sintió la histeria crecer en su pecho.

-¿Lo correcto? —repitió, mirándolo de frente—. Kibum pensó que estaba haciendo lo correcto cuando dejó mi dinero en manos de Shingho. Shingho dice que está haciendo lo correcto negándose a entregarme lo que por derecho es mío. Y Lee SooMan, el idiota, me ha dicho que algún día le daré las gracias por no haberme concedido el préstamo.

-No me gusta que me compares con ellos —contestó él, controlando la furia.

-No te estoy comparando con ellos, Hyukjae –dijo dando un paso hacia él-. Tú mismo me has hablado muchas veces de actitudes. Pues yo estoy harto de la actitud de todos ustedes, de la maldita manía que tienen de pensar que necesito protección. Soy perfectamente capaz de valérmelas por mí mismo.

-Lo tendré en cuenta.

Le había herido y lo sabía, pero ¿cómo si no podía hacerle entender cómo se sentía? Tenía que intentarlo.

-Hyukjae, si tú estuvieses en mi lugar, ¿cómo te sentirías? ¿No querrías saberlo si ocurría algo, tanto si era bueno como malo? Y mientras fueses capaz de respirar, ¿te quedarías sentado en la cama dejando que otros se ocupasen de ti?

Hyukjae se cruzó de brazos.

-Claro que no.

-Exacto - dijo, poniéndole las manos en los brazos—. Conozco mis limitaciones, Hyukjae. No soy tan tonto como para no saber hasta dónde puedo llegar. Pero aunque así fuera, es mi decisión. Tendré que aprender cómo volver a empezar.

Sintió el corazón en un puño cuando lo vio mirarlo de aquella manera, con la mandíbula apretada. Ni siquiera iba a intentar entenderlo, pensó con tristeza. Si no lo intentaba, no habría esperanza para ellos.

Pasó un momento largo de tensión hasta que Hyukjae tomó aire y lo soltó lentamente. Entonces estiró los brazos y lo acercó contra él. Donghae cerró los ojos, sintiéndose como si acabaran de quitarle un peso del pecho.

-Hyukjae...

No era el mejor momento para hablar del siguiente tema, pero no tenía otra opción.

-¿Qué?

Le estaba acariciando la espalda, y así, era difícil concentrarse.

-Me estaba preguntando... ¿cuándo será el próximo concurso de doma?

-El sábado que viene- contestó-, ¿por qué?

-Bueno... si el premio es lo bastante grande, y si tengo suerte, podría ganar para un tejado nuevo.

Hyukjae lo soltó y su cara era como una máscara sin expresión.

—No puedes participar. Necesitas tiempo para recuperarte, pero yo podría participar. El premio esta vez es bastante fuerte y estoy seguro de que cubriría...

Donghae negó con la cabeza.

-Ya hemos hablado de eso antes, Hyukjae. No puedo aceptar tu dinero.

La furia le brillaba en los ojos, pero no se dejó intimidar.

-Por favor —le rogó—, deja que lo intente a mi manera.

Hyukjae asintió apretando los dientes.

-Esta bien Donghae. Lo haremos a tu manera - Pero tras un instante de silencio, añadió—: Y si a tu manera no resulta, lo haremos a la mía.



Donghae se cubrió la cara con una toalla de papel mojada, y tras pasarse las manos varias veces por el pelo, volvió a calarse el sombrero.

Era la tercera ronda de aquella mañana, y por el momento, se las había arreglado para ir pasando y seguir en el concurso. Si puntuaba alto, llegaría a las finales.

Entonces se vió en el espejo del baño. Estaba más pálido de lo que lo había estado los demás días y se sentía un poco débil. Aunque era normal para él vomitar antes de una competencia, se sentía más débil de lo normal. Y sentía unos martillazos tremendos en su cabeza.

Se bajó un poco más el ala del sombrero y se decidió a salir del baño. Quizás Hyukjae no se diese cuenta.

Qué iluso. Había estado observándolo desde el tornado, esperando verlo romperse en mil pedazos. No había querido que se presentara a aquella competición y Donghae se preguntó si no tendría razón. Aunque los cortes y los arañazos se habían curado ya, tenía menos fuerza y de vez en cuando aún se sentía mareado

Pero no se había dicho. Ya había bastante tensión entre los dos. El único momento en que esta tensión desaparecía era cuando se iban a la cama. El dormitorio era el único lugar al que no llevaban sus diferencias. Había percibido un cierto sentido de la urgencia en la forma de Hyukjae de hacerle el amor desde el tornado. Era casi una desesperación. Como si no pudiera saciarse de él. O de pronto lo que estaba intentando era apartarlo de él. Donghae cerró los ojos. Desde el tornado, no habían hablado del futuro, ni de lo que sentían.

¿Qué ocurriría si se permitía llegar a depender física y emocionalmente de él? ¿Cómo podría seguir adelante después sin él?

Era engañarse a sí mismo si creía que podría conseguirlo. Iba a dolerle mucho cuando se marchara, pero tendría que asumirlo. No tenía más remedio.

Al salir del baño, se encontró con Hyukjae apoyado contra la pared de fuera, con los brazos cruzados. Iba a regañarlo, estaba claro, e intentó acercarse a él con paso desenfadado.

-¿Dónde está Yesung ? —le preguntó. Su capataz había ido a presenciar el concurso para animarlos a ganar.

Hyukjae hizo un gesto hacia la pista.

-Quería un puesto de primera fila para verte.

Donghae rió.

-Querrás decir para gritarme instrucciones.

Hyukjae sonrió y le echó el sombrero hacia atrás. Inmediatamente frunció el ceño.

-Has vuelto a marearte, ¿verdad?

-Claro. Ya sabes que siempre lo hago antes de concursar, así es cómo gano.- dijo sonriendo

-Nunca te he visto tan pálido

-Estoy bien, Hyukjae, de verdad -dijo, y miró su reloj antes de ver a Anchovy atado a un poste a unos metros de distancia-. Ya es hora de que monte. ¿Está preparado Anchovy?

—Mucho más de lo que tú lo estás.

Donghae sintió el puyazo, pero estaba decidido a no permitir que sus palabras le afectaran. El martilleo dentro de su cabeza creció.

-¿Qué ha pasado con lo de que ganar es una actitud, cariño? Se supone que deberías desearme buena suerte en lugar de hacer trizas mi confianza- le reprochó, y dio media vuelta. Pero Hyukjae no lo escuchó y lo siguió.

-Hoy no deberías estar compitiendo, Donghae

-Lo que quieres decir es que tú no querrías que estuviera compitiendo —espetó, parándose en seco, y él estuvo a punto de chocarse.

-¡Eso es, maldita sea! -gritó, y varias personas se volvieron a mirar, y cuando Donghae se volvió hacia él mirándolo severamente, bajó la voz-. Llámalo como quieras, pero no pienso desearte buena suerte para que vayas a romperte el cuello.

-No seas ridículo, estoy perfectamente bien. Lo he hecho bien durante los dos últimos días, ¿no? ¿Por qué iba hoy a ser diferente?

-No sé por qué. Simplemente lo sé.

Donghae se agachó para besarle en la mejilla.

-Te agradezco la preocupación, Hyukjae, de verdad. Pero estoy bien.

Una vez más, se dijo. Una vez más, y tendremos el premio en el bolsillo. Parpadeó varias veces para disipar los puntos blancos que tenía delante de los ojos y tomo aire. Con el corazón latiéndole acelerado, esperó que el presentador pronunciase su nombre. Cuando sonó el timbre, entró en la pista en dirección a la manada y la atravesó para dividirla. Decidió apartar una vaca colorada e hizo girar a Anchovy a la izquierda para que el caballo supiera con qué vaca quería trabajar.

El animal saltó hacia la derecha, y Anchovy igual. Donghae aguantó sobre el caballo mientras la gente gritaba y aplaudía, pero a él le parecía oírlos como si estuviense a 2 kilometros. De pronto sintió la cabeza extrañamente ligera, y al sentir que se caía, intentó aferrarse frenéticamente al pomo de la silla, pero sus dedos parecían de gelatina.

Después no hubo nada.

Incapaz de evitarlo, Hyukjae vio cómo Donghae se caía de la silla. Con el corazón galopándole, saltó a la arena gritando su nombre entre el polvo, viendo su cuerpo en el camino de una vaca furiosa. Hyukjae empezó a gritar y a agitar los brazos intentando asustarla, y después levantó a Donghae en los brazos sacandolo de la pista y llevarla bajo la sombra de un árbol. Con cuidado lo dejó en el suelo sobre la hierba. Yesung apareció a su lado en cuestión de segundos, igual que otras tantas personas que habían presenciado la escena.

-¡Donghae!

Sus párpados temblaron al oír su nombre y con una mano insegura se apartó un Mechón de pelo de la cara. Estaba pálido.

-Despierta, cariño.

Alguien le dio a Hyukjae una toalla húmeda y fresca y se la puso en la frente y él con un pequeño gemido abrió los ojos.

-¿Qué... qué ha pasado?

-Que te has desmayado —le contestó Hyukjae.

-No seas idiota, yo no me desmayo.

- Muy bien; entonces... -tomó el vaso de agua que Yesung le traía y le levantó la cabeza para que pudiera tomar un sorbo -...te has quedado dormido separando una vaca.

-No es momento para chistes, Lee-dijo levantandose con una mano en la frente.

- Y tampoco es momento para que seas tan testarudo. Vuelve a acostarte hasta que llegue el médico.

-¡El médico! Sólo me he mareado un poco, por Dios. No necesito que me vea el médico.

¿Es que jamás necesitas a nadie? se preguntó él, apretando los dientes.

-Como vuelvas a discutirme, te ato y te meto en el remolque de los caballos con Anchovy. Así que haz el favor te acuestas y en cuando venga el médico y te valore Yesung te llevará de vuelta al hotel.

-¡Al hotel! Hyukjae, no puedo perderme tu monta y...

-Yesung- dijo Hyukjae por encima del hombro-, saca la cuerda del camión, ¿quieres?

Donghae se quedó quieto mirándolo a los ojos.

-Estás decidido a hacerlo de verdad, ¿no?

-No lo dudes -le contestó sin pestañear.

Furioso y con los brazos cruzados, volvió a acostarse sobre la hierba sin mirarlo.

Maldita terquedad, pensó Hyukjae al quitarse de en medio cuando llegaron los paramédicos.

Aunque había llegado a comprender ese rasgo de terquedad en su carácter, e incluso a admirarlo en ciertas ocasiones, seguía poniéndolo enfermo en la mayoría de ellas. Podía haberse hecho daño de verdad, o incluso peor, si las vacas hubieran salido de estampida.

-¿Cómo está? -preguntó Hyukjae al hombre que le había tomado la tensión.

- Parece que está bien -comentó.

Donghae se incorporó y miró a Hyukjae como diciendo te lo dije. Él lo ignoró.

-Tuvo una mala caída hace una semana, ¿Podría tener alguna relación?

- A no ser que se golpeara en la cabeza, lo más probable es que no. Me parece que han sido los nervios y el calor, pero no estaría de más que se hiciese un chequeo. Puede llevarle una copia de nuestro informe a su médico.

-Gracias. Lo haremos.

Hyukjae hizo un gesto al presentador para decirle que Donghae estaba bien y la gente aplaudió. El cerró los ojos de vergüenza.

- Yesung -dijo Hyukjae- ¿te importaría llevar a Donghae al hotel?

- Con gusto

Yesung se acercó a Donghae tendiendole una mano, y él, suspirando de resignación, dejó que le ayudara a levantase.

-Hablaremos de esto más tarde, Hyukjae -susurró Donghae entre dientes.

- Apuesta a que sí.

Si las miradas pudiesen matar, Hyukjae habría caído fulminado en ese instante, pero aun así, dio media vuelta y se alejó.

Cuando lo perdió de vista, Hyukjae dejó salir el aire que había estado reteniendo. Menos mal que había accedido a que Yesung lo llevase al hotel; si no, lo hubiera atado de verdad y lo habría llevado en contra de su voluntad, si era necesario. Alguien tenía que obligarlo a darse cuenta de lo que estaba haciendo.

Cada día dormía menos, trabajaba más y la preocupación por perder el rancho estaba
consumiéndolo.

Pero seguía rechazando su ayuda económica. ¿Por qué?, se preguntó, intentando tragarse la frustración que sentía. ¿Por qué le resultaba tan difícil aceptar su ayuda? Era su esposo.
Pero en realidad no lo era. Donghae le había dejado claro desde el principio que ni quería ni necesitaba un esposo para otra cosa que no fuera recuperar el control de su fideicomiso. Y ni siquiera le había servido para eso.

Así que, ¿para qué le servía él, aparte de para darle placer en la cama y para trabajar con sus caballos?

Hyukjae se acercó a Anchovy y se subió a la silla. Quizás debería haber dejado que se casara con otro. Quizás otro hombre habría encajado a la perfección en el personaje. ¿Por qué le habría interesado tanto aquel trabajo? Aunque había intentado convencerse de que era por la tierra, sabía perfectamente bien que no era así. Desde el primer momento en que había visto a Donghae, lo había deseado. Quizás al principio era sólo en la cama, pero ahora lo quería todo de él. Quería un esposo de verdad y quería ser un esposo real, uno al que él acudiese con sus problemas y con el que compartiese su alegría.

Y quería tener hijos.

Jamás se había imaginado a sí mismo con un esposo o con hijos, y la idea le hizo sonreír. La vida en un rancho era dura, con muchas horas de trabajo y con unas ganancias siempre en el aire. Recordaba muy bien la infelicidad que había visto en su propia madre, las largas horas de silencio, las lágrimas de soledad, y se había jurado no hacer pasar a nadie por algo así jamás.

Pero había visto en los ojos de Donghae amor por la tierra, por su tierra, y había llegado a comprender esa pasión. Mokpo y Donghae se le habían ido metiendo poco a poco en la sangre, en el corazón, y ahora eran tan importantes para él como respirar. Quería ayudarla a mantener el rancho, trabajar con él... ¿A quién queria engañar? Hizo girar a Anchovy dirigiéndose a los establos. Donghae no quería lo mismo que él. Se había enamorado de un hombre que estaba decidido a demostrarle al mundo que podía conseguirlo todo sin nadie al lado.

Se había enamorado. La verdad de esa revelación fue como un golpe en el pecho. Lee Hyukjae enamorado. ¿No era para echarse a reír? Tanto las palabras como el sentimiento eran extraños para él e iba a necesitar algo de tiempo para acostumbrarse a la idea.

Los dos tenían que hablar. Le había dicho que intentarían hacer las cosas a su manera, pero no había funcionado, así que había llegado el momento de que las cosas se hicieran a su modo.

- Yesung, te agradezco que me hayas traído al hotel, pero de verdad, no tienes que quedarte. Sé que has venido para ver concursar a Hyukjae y estar sentado aquí haciendo de niñero no es necesario.

- No me importa , reconozco que la vista desde aquí es diez veces más interesante que ver a tu marido correr detrás de una vaca.

Donghae siguió la dirección de su mirada y frunció el ceño. Las tumbonas de la piscina estaban ocupadas por varios jóvenes con minúsculos trajes de baño.

-¿No te da vergüenza, Yesung? ¿Qué diría Ryeowook si te viera contemplando así a esos chicos?

Yesung sonrió.

-Siempre que no me dé un infarto, sé que no le importaría. Mirar no es tocar, y cuándo se han pasado tantas cosas juntos como hemos pasado nosotros, aprendes a no hacer una montaña de un granito de arena.

-A veces es difícil distinguir los grandes de los pequeños —se volvió a mirar el agua cristalina de la piscina—. He estado un poco... tenso últimamente.

-Llevas demasiada carga sobre los hombros, Donghae. Quizás fuese más fácil para ti si dejaras a las personas que se preocupan por ti que te ayudasen un poco.

- No, Yesung, por favor. Tú también, no. Creía que eras tú el único hombre que comprendía lo que Mokpo significa para mí.

-Y lo comprendo. Más de lo que te imaginas.- se acercó a Donghae—. Hyukjae quiere ayudar, Donghae. Lo quiere de verdad. Siendo tu esposo, deberías permitirle que lo haga.

Donghae se quedó mirando a Yesung. Era su amigo desde hacía dos años. Si no podía confiar en él, entonces no podía confiar en nadie.

-¿Y si te dijera que Hyukjae y yo no estamos casados de verdad?

Yesung arqueó las cejas.

-¿Cómo puede ser?

-Bueno, estamos casados legalmente. Lo que quiero decir es que no estamos casados como Ryeowook y tú – Donghae se cruzó de brazos y miró hacia el horizonte—. Cuando Kibum murió, dejó una estipulación en su testamento por la que mi herencia quedaba en forma de fideicomiso, y nombraba a su hermano administrador único hasta que yo me casara.

-¿Y por qué hizo una cosa así?

-Era su forma de asegurarse de que tuviera un persona que se ocupara de mí, que evitara que hiciese inversiones frívolas y que perdiera el dinero.

-¿Frívolo tú? Yesung soltó una carcajada.

-Gracias. Necesitaba oír algo así. Pero Kibum siempre me vio como un hombre frágil y vulnerable incapaz de tomar una decisión

-Iba retrasado con los pagos de las facturas, y cuando mi último entrenador se marchó, no sabia que hacer. Contraté un investigador privado para que me encontrase un esposo y el nombre de Hyukjae estaba en la lista. Le pedí que se casara conmigo y que trabajase en el rancho domando caballos durante un año, al cabo del cual nos divorciaríamos y yo le entregaría mil acres de tierra. Después, cada uno podremos seguir nuestro camino.

Como si fuera a ser capaz de librarse de Hyukjae. Su sonrisa se apareció ante él, sus ojos marrones, sus manos acariciándolo, queriéndolo... Siempre estaría con él, incluso después de haberse marchado.

-Quién se lo podía haber imaginado... Así que te has casado para salvar el rancho. Parece una de esas películas de la tele.

Se estaba tomando la noticia con una calma increíble.

-Sí, quién se lo habría imaginado.

-¿Y cuál es el problema? —le preguntó, rascándose el menton.

-¿Que cuál es el problema? -repitió él. Todo el dolor, toda la frustración de los dos años subió a la superficie y sintió un dolor opresivo en el pecho y un martilleo en la cabeza. Tanto trabajar, tantos sacrificios... ¿para qué? El rancho se le estaba escapando de las manos como la arena se escapa entre los dedos y no podía hacer nada por evitarlo.

- Te diré cuál es el problema. Durante toda mi vida, empezando con mi padre, he estado protegido de todas las cosas horribles que podían ocurrirle a una persona en el mundo. Kibum también consideró su supremo deber protegerme de la maldad de la vida, y ahora Shingho me está presionando para que venda el rancho reteniendo lo que legalmente es mío. Lo que no estoy dispuesto es aguantar es a otro hombre diciéndome lo que tengo que hacer o cómo debo vivir mi vida.

Donghae se quedó helado al oír un ruido que venía de la puerta; se dio la vuelta y se encontró frente a frente con los ojos marrones de Hyukjae.

Yesung se dio también la vuelta y asintió.

- Hyukjae, ¿qué tal te ha ido?

-He perdido —contestó, con la mirada clavada en Donghae.

-Es una lástima- Yesung carraspeó y agarró el sombrero—. Si no os importa, creo que voy a ir a darme una vuelta por la piscina. Ya no tengo tan buena vista como antes.

Cuando Yesung salió de la habitación, el silencio se extendió entre ellos, hasta que por fin Donghae quien lo rompió.

-Siento... que hayas perdido.

-Los dos hemos perdido.

Donghae tuvo la sensación de que no estaba hablando del concurso.

-¿Qué parte de la conversación has oído?

Un músculo le tembló en la mandíbula.

-Lo suficiente.

- Hyukjae...

-¿Qué va a pasar, Donghae?

-¿Qué quieres decir?

-Pues que el orgullo de un hombre sólo puede resistir hasta cierto punto. Te he dejado que llevases tú la voz cantante porque ese fue el acuerdo antes de casarnos, pero ahora han cambiado las cosas. Puede que hacer de esposo durante todo este tiempo me haya hecho sentirme como si lo fuera de verdad. Puede que mi orgullo no me permita seguir dejando que me lleves como un perrito. O quizás me importes demasiado para seguir contemplando con las manos atadas cómo te haces daño a ti mismo.

-¿De qué estás hablando?

-Estoy hablando de que se te rompa la camioneta y de que hayas estado a punto de morir.

-Pero...

-Y estoy hablando de que te caigas del caballo durante un concurso. Yo sabía que no estabas preparado para concursar, y tú también. Y porque yo te había dicho que no lo hicieras, tú saliste a la arena sólo para demostrar que tenías razón. ¿Cuántas vacas tienen que pasarte por encima para que recobres un poco la razón? Ya no lo aguanto más. He llegado al límite de la resistencia. Ya no puedo con tu interpretación de yo no necesito a nadie, ¿quieres tomar decisiones? Bien. Entonces toma ésta: o me quedo y lo hacemos a mi manera, o me marcho.

¿Marcharse? ¿Hyukjae iba a marcharse? Su primera intención fue la de acercarse a él, pero se detuvo. Estaba intimidándolo, intentando forzarlo a ser sumiso, y no podía permitir que otro hombre volviera a hacerle pasar por lo mismo. Ni siquiera hyukjae.

-¿Y puedo saber qué significa eso de hacer las cosas a tu manera? —se cruzó de brazos para que no le viera el temblor de las manos—. ¿Completa obediencia por mi parte?

-Si eso es lo necesario para salvarte de tus errores, sí.

-Ah, ya —contestó con sarcasmo—. Casi olvido el cuento de hadas: hombres fuerte y valientes salvan a sus parejas frágiles e incompetentes. Ahora se supone que debo arrojarme a tus pies y darte las gracias. Pues tengo una noticia que darte, Lee —añadió, aguantándose las lágrimas—: no necesito que me salves de nada.

Hyukjae apretó los puños y su expresión se endureció.

-Muy bien, Donghae; ya has tomado tu decisión. Conozco un par de entrenadores descontentos con los ranchos en los que están trabajando. Enviaré a uno para que ocupe mi puesto.

Donghae maldijo su propio orgullo por no permitir pedirle que se quedara, que lo haría a su manera si se quedaba. Pero no pudo. No pudo pedirle que se quedase, no pudo darse por vencido.

-No te molestes aún tengo mi lista de antes.

-Muy bien -dijo con un brillo frío en los ojos—. Ya te diré dónde puedes enviarme mis cosas.

Sin una palabra más, Hyukjae dio media vuelta. Donghae oyó abrirse y cerrarse un cajón, pero no podía ver a través de las lágrimas. Aquello no podía estar ocurriendo de verdad.

"Te quiero, Hyukjae, ¿es que no te das cuenta? Por favor, no te vayas".

Cuando la puerta se cerró de un golpe, ya no pudo contener las lágrimas. Las rodillas se le doblaron y se sentó en el suelo, pronunciando su nombre. Jamás se había sentido tan terriblemente solo en toda su vida. Hyukjae tenía razón. Los dos habían perdido.



1 comentario:

  1. Donghae eres un idiota e.e jdjfjdjsj porque ambos se complican las cosas amenme y tengan muchos bebés >:c

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...